Buenas tardes, queridos oyentes. Ya saben que en Galicia somos de buen comer. Bueno, somos de buen comer, de buen cenar, de buen desayunar, redesayunar, merendar, almorzar, y picar entre horas.
La comida y el arte de comer son tan importantes en nuestra vida que no es raro que no sea objeto de estudio y análisis por parte de la comunidad científica. De hecho, los propios gustos en el comer pueden llegar a convertirse en verdaderas enfermedades.
Y no me refiero a la anorexia o a la obesidad mórbida, que son enfermedades muy conocidas y reconocibles. Me refiero a otras enfermedades y síndromes extraños relacionados con la comida, como por ejemplo, la ortorexia.
La ortorexia es la obsesión por comer alimentos saludables. O sea, esta gente que si algo no tiene Omega-3 no lo prueba. Puede parecer algo bueno esto de alimentarse solo de cosas saludables, pero si se convierte en obsesión es un problema para el bolsillo, que estas cosas son carísimas, y para tu vida social, porque olvídate de ir de cena con los amigos, que siempre quieren ir a cenar churrasco.
Otra de las enfermedades raras relacionadas con la alimentación es la tricofagia, que es, ni más ni menos, la obsesión por comer pelos, sobre todo el propio pelo. Se que suena a broma, pero existe. Imagino que esta juventud que ahora se pone esos flequillos infinitos que les tapan un ojo, acabarán comiéndose sus propios pelos y estos les harán bola en el estómago y por eso parecen tristes y enfadados siempre. [blockquote text=’Pues ya sabe, los jóvenes con flequillo moderno igual sufren de tricofagia.’ text_color=» width=» line_height=’undefined’ background_color=» border_color=» show_quote_icon=’no’ quote_icon_color=»]
Y si la tricofagia les parece rara, esperen a saber lo que es la xilofagia. Se trata de un trastorno alimenticio que hace que a los que lo padecen les guste comer madera. Así de claro, madera. Imagino que esta gente cuando se piden una tabla de ibéricos se comen la tabla y dejan los ibéricos. Yo quiero amigos así.
Por último, les hablo del síndrome de Prader-Willi, que consiste en que quien la padece nunca se siente satisfecho después de comer. Por más que coman, siempre querrán comer más. Esto en Galicia pasa mucho con las madres y las abuelas, porque ellas nunca quedan satisfechas con lo que comemos los hijos y los nietos y siempre insisten en seguir sirviéndonos comida, friéndonos un huevo o rebozándonos unos bistecs. Ahora ya lo saben, sus madres y abuelas padecen el síndrome de Prader-Willi.
Les dejo, que tengo que pensar ya en preparar una buena cena esta noche. Qué duda cabe.
Texto correspondiente al capítulo s04e03 (22/09/2014) de Qué duda cabe, columna de opinión cómica que se emite todos los lunes a las 19:35 en La Ventana de Radio Coruña Cadena SER.